Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad
Oscar Wilde
A qué estamos jugando las y los mexicanos al construir nuestra convivencia cotidiana. En qué historia estamos participando. De qué narración somos personajes. ¿Nos gustan las consecuencias del juego que estamos jugando? ¿Quién decide a qué jugamos?
Es ingenuo pensar que somos totalmente ajenos a la violencia que vivimos en gran parte del mundo. ¿No tenemos nada qué decir, qué alertar, cuestionar o reclamar por la manera indolente en que dilapidamos valiosísimos recursos jugando el juego de la guerra, alimentando la monstruosa narrativa bélica, del odio, de la aniquilación de los enemigos, de las conspiraciones y los arteros ataques al pensamiento y a la bondad? ¿No tenemos nada qué hacer con respecto al hecho de que muchas y muchos de nuestros niños y jóvenes se sienten felices y contentos, asumiéndose con orgullo como “Gamers”, que dedican las mejores horas de su vida a matar personas virtuales? ¿No habrá nada más valioso a qué dediquen su inteligencia y su capacidad de organización? ¿Las redes más importantes de su vida son las que establecen con otras y otros Jugadores con los que se ponen de acuerdo para idear emboscadas asesinas? Afortunadamente hay muchas otras niñas y niños, mujeres y hombres jóvenes, que juegan preferentemente juegos más creativos, como el de soñar juntos conversando, creando arte y ciencia o haciendo música que divierte y dignifica nuestro espíritu -por supuesto no la música que alienta la violencia, el consumo de drogas como el alcohol o tabaco, o la sexualidad como una práctica que deshumaniza porque convierte a las personas en objetos vacíos del deseo egoísta de quienes las y los consumen-. Si no entendemos que la naturaleza del juego es ser la actividad por excelencia -no exclusivamente humana- para desarrollar habilidades, conocimientos y actitudes útiles para vivir, no entenderemos lo perniciosos que son cierto tipo de juegos estereotipados y al servicio del mercado -más que al del bienestar de quienes los juegan- y el tipo de distorsiones que pueden generar con respecto a la forma de entender la vida.
Las señales inquietantes de una posible militarización en México puede ser una muestra clara de hasta dónde nos lleva la narrativa del odio y la confrontación. «Mexicanos al grito de guerra» ¿Qué implicaciones tiene para la construcción de nuestra identidad frases como ésta con la que inicia nuestro Himno Nacional? ¿A qué jugaremos en LiBiUn?
Camilo Sabag
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