El encierro obligatorio forzado por el miedo, enfadoso y limitante, se volverá voluntario y seguro. Las tareas cotidianas, la convivencia, a la vez estrecha y prudente, las prolongadas conversaciones que transformarán la angustia, la ira y la tristeza en curiosidad y esperanza, impulsarán la metamorfosis, la ampliación de la conciencia: nos brotarán alas, y al terminar nuestro confinamiento, saldremos de este capullo milagroso y volaremos alto, muy alto, hacia un mejor porvenir.
Camilo Sabag
