¿Los fantasmas existen?

  Por supuesto que sí. Los fantasmas existen. Es tan cierta su existencia que podemos hablar de ellos, contar historias acerca de sus apariciones, imaginar sus formas y colores, sus gestos y movimientos, y hasta los hemos visto con nuestros propios ojos en dibujos, fotografías o videograbaciones. Hay quienes aseguran que los han sentido en la piel, o han escuchado sus pasos, sus gritos y susurros, han oído los ruidos de los objetos que hacen caer y los muebles que ponen a rechinar. Algunas personas se percatan de su presencia por el fétido olor que, se cree, emana de sus invisibles cuerpos.

  Sea como sea, cuando pensamos en un fantasma, se nos eriza la piel y un escalofrío que recorre nuestros cuerpos nos pone a temblar.

  ¿Cómo son los fantasmas en los que piensas? ¿Puedes describirlos con palabras? ¿Puedes dibujarlos? ¿Qué sonidos hacen? ¿Qué objetos mueven? ¿Por qué se aparecen en tu imaginación? ¿Qué quieren? ¿A qué vienen? ¿Te imaginas una conversación con ellos? ¿Qué te dirían? ¿Qué les dirías?

  Aunque los fantasmas nos provocan miedo, la verdad es que no hay que temerles tanto. Si sabemos tratarlos con respeto y con interés, hasta nos podemos hacer sus amigos; también despiertan nuestra curiosidad, y a veces hasta nos dan ganas de buscarlos y encontrarlos en la obscuridad de la noche o debajo de nuestra cama.

QUÉ SON LOS FANTASMAS

  Los fantasmas son seres poderosos que nos han acompañado durante miles de años. Brotaron de nuestra imaginación cuando más los necesitábamos, cuando no podíamos entender lo que estaba sucediendo, cuando tratábamos de comprender lo que seguía después de la muerte de un animal o de una persona.

  Muchas veces culpamos a los fantasmas de fenómenos naturales, en ese momento, inexplicables, o del origen de nuestros miedos o enojos, y de algunos comportamientos extraños que no nos gustaban, ni en nosotros ni en los demás. Los fantasmas y sus travesuras eran la mejor explicación que nos podíamos inventar.

¿DE QUÉ ESTAN HECHOS LOS FANTASMAS? ¿PARA QUÉ SIRVEN?

  Los fantasmas están hechos sobre todo, de palabras. Son personajes de narraciones con las que intentamos explicar nuestra vida, lo que sentimos y lo que pensamos. También están hechos de los estímulos que nos rodean en el momento que se manifiestan, de recuerdos, de emociones y de todo lo que almacenamos en nuestra memoria. Son producto de nuestras sensaciones en tiempo real, de nuestra creatividad y nuestra inventiva.

  A veces, cuando nos sentimos culpables, los imaginamos como verdugos que nos lanzarán terribles castigos por habernos portado mal. Otras veces los usamos para representar las malas intenciones que, pensamos, nos tienen quienes no nos quieren o sienten envidia y enojo hacia nosotros. En ocasiones los vemos como enemigos, cuando creemos que nuestra vida es como una guerra.

  En muchos momentos de la historia de la humanidad, los fantasmas o espíritus nos ayudaron a entender de dónde venían las enfermedades que nos hacían sufrir y nos asustaban. Ahora, gracias a los avances de la ciencia, sabemos que nuestros malos hábitos, algún virus o bacteria, y la contaminación con que hemos ensuciado a nuestro planeta es lo que nos enferma. Ya no les podemos echar la culpa a ellos.

  En estos tiempos modernos ya casi no vemos fantasmas. Los pocos que quedan se esconden en los rincones obscuros de la ignorancia y el deseo de vivir en un mundo de fantasía.

  Si quieres aprender más de ellos estudia el poder del pensamiento narrativo: la manera más antigua de almacenar información útil que inventamos los humanos hace miles de años.

  En estos momentos, se antoja compartir algunos buenos chismes sobre nuestros fantasmas preferidos. ¿Nos compartes tus historias?

Camilo Sabag

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