Al refugiarnos en nuestros hogares para evitar la transmisión acelerada del SARS cov-2 nos reencontramos con nuestros orígenes, con la base desde la que salimos a conocer el mundo. ¿Quién organiza este espacio que brinda certeza, seguridad y apoyo? ¿Quién asume la responsabilidad de generar diariamente las condiciones mínimas indispensables para la supervivencia? Generalmente son las mujeres de la casa; madres, hijas o asistentes domésticas.
Por amor, por puro gusto, por costumbre, por tradición o porque no les queda de otra, han ejercido un liderazgo que busca activamente el bienestar para todos. Durante cientos de años son ustedes, las mujeres, representantes del hogar, las encargadas de cuidar la hoguera para que no se extinga el fuego protector y transformador, y para que no se salga de control ni incendie nuestras vidas. ¿Cuáles son las recompensas por llevar en sus hombros esta pesada carga? ¿Siempre se vive como una carga? ¿Qué beneficios personales les aporta? ¿A qué daños o pérdidas las expone?
LA VIDA EN ROSA
Quizás uno de los beneficios que muchas mujeres obtienen al hacerse responsables del hogar y de la crianza de los hijos, es el conjunto de competencias de supervivencia y liderazgo que desarrollan –beneficio que no justifica la permanencia de estas condiciones injustas-. No es casualidad que los seis países que mejor han librado las consecuencias de la Covid-19 sean liderados por mujeres. La firmeza, disciplina y buen juicio con que decidieron e implementaron sus estrategias es admirable.
El liderazgo femenino ha venido a revolucionar ámbitos del quehacer humano, antes exclusivos para los hombres, como el de las organizaciones empresariales y gubernamentales. De todas las características del liderazgo femenino quisiera resaltar, para la presente reflexión, éstas pocas, pero fundamentales:
- Empatía: las mujeres que ejercen el poder sin imitar las formas masculinas, suelen interesarse genuinamente por el bienestar de sus subordinados, sus iguales y sus superiores. Extienden esa intención hogareña de cuidar a los demás, al ámbito laboral. Son buenas anfitrionas, sensibles a las necesidades de los otros, atentas a cualquier señal de malestar, comprometidas a realizar lo posible para ofrecer alivio y protección. También tienden a compartir las alegrías y el entusiasmo de las demás personas con quienes interactúan, generando una mayor cohesión social y un sentimiento de lealtad genuino y duradero.
- Mayor exigencia: la empatía genuina y profunda antes mencionada les permite exigir con mayor firmeza, disciplina, constancia y congruencia. Son capaces de inspirar a los demás para dar su mayor esfuerzo, pues se entiende que es para el beneficio de todos. Dan información relevante, explican sus intenciones y dan libertad para elegir. Exigen responsabilidad más que obediencia. No tiene que usar la violencia para obtener la fuerza que necesitan. Su capacidad de inspirar lealtad, entusiasmo y confianza es la fuente de su mayor poder.
- Decisiones basadas en evidencias: como no tiene qué demostrar que son sabelotodo, las mujeres líderes tienden a compartir sus dudas, temores y frustraciones, a pedir consejos, recabar información relevante y tomar decisiones basándose lo más posible en evidencias. Si se equivocan, son capaces de aceptarlo y rectificar, aprendiendo de sus errores.
MOTIVACIÓN INQUEBRANTABLE
A pesar de las condiciones injustas para la mayoría de las mujeres -quienes salieron a buscar trabajos remunerados sin recibir el apoyo y el relevo de los hombres en las tareas del hogar y la crianza de los hijos, sometiéndose a una doble o triple jornada laboral-, siguen adelante enfrentando con el mejor ánimo posible sus tareas cotidianas. Pese a su mejor desempeño, muchas de ellas aceptan una remuneración menor a la de sus compañeros del mismo rango o jerarquía ¿Qué las motiva? ¿Qué les permite mantener la esperanza a pesar de la adversidad y la precariedad que viven diariamente? ¿Están actuando en contra de sí mismas? ¿Hay algún otro tipo de ganancia que les impulse a seguir en esas condiciones? Este es un misterio al que tendríamos que dar respuesta en estos momentos críticos en los que muchas personas están perdiendo la esperanza. ¿Qué podemos aprender de todo esto?
Camilo Sabag
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